domingo, 23 de octubre de 2011

Incendios. ¿Cuándo cambiará la mentalidad?
Todos los meses salimos a hacer una ruta de todo el día por la provincia. En la última, pasamos por los restos de un incendio forestal que había ocurrido la semana anterior. Al llegar al pueblo del fin de la ruta (no diré el pueblo porque por desgracia muchos habitantes, sea el pueblo que sea, piensan igual) nos encontramos con tres mujeres que tomaban el sol sentadas en unos poyos a la puerta de una casa. Surgió la conversación del incendio y, textualmente, una de ellas nos dijo: “Más tenía que haberse quemao”. La frase me hirió hasta lo más profundo. ¿Cómo es posible que pensaran así?
Al llegar al bar (típico bar-tienda-comercio-ferretería-agropecuaria, en el que todavía quedaba una Kelvinator como contenedor de las bebidas y en el cual te podían vender desde puntas hasta zapatos, pasando por comida), un hombre que se encontraba a la puerta y que también nos preguntó por el incendio, nos dijo: “La pena es que lo apagaran. Tenía que haber llegado hasta la carretera. Bueno, un día de estos lo hará”. Mi perplejidad era absoluta, seguían pensando que quemar era bueno, que era beneficioso… no entiendo para quién, ni para que; además, lo decían convencidos.
Es terrible la ignorancia de muchas de estas personas. El escritor francés François de la Rochefoucauld, decía que hay tres clases de ignorancia: no saber lo que debiera saberse, saber mal lo que se sabe, y saber lo que no debiera saberse. Estas personas cumplen las tres clases de ignorancia, porque no quieren abrir los ojos o porque nadie les ha enseñado a que los abran.
Primero: “no saber lo que debiera saberse”. Lo que no saben es que los incendios son perjudiciales, que destruyen la capa fértil de la tierra y que provocan sequía y desertización, además de la destrucción de la flora y la fauna, y el riesgo de las vidas de los que intentan apagarlos.
Segundo: “saber mal lo que se sabe”. Creen que quemando se fertiliza el suelo y salen los pastos más frescos al año siguiente, o se cultiva mejor y además se limpia el bosque. Si se quema, el pasto saldrá fresco al año siguiente, pero al cabo de 4 ó 5 años ya no habrá pasto ni cultivo, el suelo se morirá porque la capa fértil ha sido arrastrada. Un bosque limpio no es el que no tenga arbustos, el sotobosque no es basura, es una parte importantísima del bosque, con una función ecológica de gran trascendencia.
Tercero: saber lo que no debiera saberse”. Es decir, saben todo lo que es perjudicial, pero por desgracia tienen tan inculcado en la mente que lo que hacen está bien, que a su edad es dificilísimo cambiarles la manera de pensar, por eso es tan importante la educación ambiental, de prevención y concienciación en los niños, porque son ellos los que deben de cambiar la manera de actuar.
Nunca hay que generalizar, pero tampoco hay que excluir a todo el colectivo. No hay que decir “todos los ganaderos son incendiarios”, sería mentira, pero tampoco hay que decir, “los ganaderos no queman el bosque”, pues también sería mentira, ya que alguno sí lo hace (lo de ganaderos es un ejemplo).
En lo que va de año, en España se han quemado 51.000 hectáreas, lo mismo que se quemó en todo el año 2010. Está claro que un elevado tanto por ciento de los incendios son provocados y además sus causantes, que son criminales, son encubiertos por los habitantes de nuestros pueblos que, en muchas ocasiones, saben quienes son y no dicen nada.
Creo que la primera causa de los incendios es la mentalidad, ya que si se pensara de otra forma, si el bosque les trajera beneficios directos, seguramente, no se quemaría. Hay zonas de España en las que no hay incendios desde hace más de cien años. Porque ven el bosque como un recurso, les da dinero, con lo cual lo cuidarán y no lo quemarán y así no aparecerán personas con ciertos intereses de utilizar la madera quemada, de nuevos pastos, de terreno más despejado para la caza, de más espacios para tierras de cultivo o recalificadores sin escrúpulos, ni cabeza, que buscan beneficios económicos, o los que por tradición tienen quemar o simplemente los que buscan el placer de ver quemarse un recurso que es de todos y a todos nos hace falta, mal le pese a los descerebrados que prenden nuestros bosques.

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